Fuente: heraldodemexico.com.mx
Por: ÁLVARO VERTIZ
06 de mayo de 2025
Url Original: https://heraldodemexico.com.mx/opinion/2025/5/6/la-nueva-banca-mexicana-696657.html

Este mes, en la Convención Bancaria, el sector financiero mexicano se reúne una vez más para discutir el futuro de la banca. Pero esta vez, hablar del futuro ya no es un ejercicio hipotético: lo estamos viviendo. Lo evidencian el crecimiento acelerado de nuevos jugadores como NU México (recientemente autorizado para operar como banca múltiple), la evolución de plataformas como Plata, y los retos de instituciones tradicionales que apostaron por modelos digitales, como Bineo, actualmente en proceso de revisión por parte de Banorte. El tablero ha cambiado.

Hoy la competencia ya no gira en torno al tamaño del balance o la cobertura de sucursales. El verdadero diferenciador es quién entiende mejor a los usuarios, construye confianza a través de la transparencia y la competencia, y ofrece una experiencia sin fricciones, fluida y orgánica.

En este nuevo entorno, es justo reconocer a quienes han sabido leer el cambio. BBVA México, por ejemplo, ha mostrado una transformación notable: no solo ha invertido decididamente en digitalización, sino que ha logrado adaptar su oferta a las nuevas necesidades del usuario mexicano, sin perder solidez ni visión institucional.

Desde otro ángulo, actores como Finsus (Sofipo en proceso de convertirse en banco), también están construyendo plataformas robustas para atender segmentos desatendidos, como las PYMES, un sector históricamente excluido. En un contexto donde la mayoría de las PYMES no accede a financiamiento formal, este tipo de apuestas no solo son necesarias, sino estratégicas.

El fortalecimiento de nuevos jugadores no debe verse como una amenaza, sino como una palanca de modernización. Una mayor diversidad de ofertas puede contribuir a uno de los objetivos centrales del nuevo gobierno: mejorar las condiciones del crédito, particularmente en tasas y comisiones. Fomentar un ecosistema competitivo impulsa la innovación, pero también obliga al sistema financiero a ser más justo, más eficiente y conectado con la realidad del usuario mexicano.

Otro elemento clave será la modernización del sistema de pagos. Este debe avanzar hacia una digitalización integral, interoperable y verdaderamente inclusiva. En ese proceso, bancos, fintechs, concentradores y agregadores de pago y otras empresas tecnológicas tendrán un rol esencial en la construcción de nuevas infraestructuras para ampliar la base de usuarios financieros en el país.

La oportunidad está en el centro: construir una banca que combine tecnología con propósito, eficiencia con empatía, y escala con personalización. Hay espacio para todos, pero solo prosperarán quienes entiendan que la banca del futuro no es transaccional, sino relacional.

Los pilares de esta transformación serán claros: poner al usuario en el centro, aprovechar tecnologías como la inteligencia artificial para personalizar productos y servicios, y segmentar mejor las soluciones según los distintos perfiles y necesidades.

La nueva banca no se define por sus productos, sino por su capacidad de conectar con usuarios diversos. Las nuevas generaciones no buscan un banco; buscan una experiencia. Y en un país como México, eso implica también incluir, acompañar y empoderar a quienes hoy siguen fuera del sistema.

La Convención Bancaria no debería ser solo un foro para hablar del status quo. Debe ser una plataforma para abrir el diálogo con nuevos actores, reconocer avances y aceptar que la banca del mañana será híbrida, colaborativa y centrada en el usuario.

No se trata de competir contra la disrupción, sino de adoptarla y convertirla en un modelo de negocio.

POR ÁLVARO VERTIZ

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